Miénteme un poco, dime la verdad con un toque de mentira, porque hoy quiero escuchar una mentira y pensar que es verdad, solo arriésgate y miénteme, lléname de mentiras que sean verdad, de verdades que no tengan una razón más que no sea la de seguir mintiendo.
No sé en qué momento este amargo juego pasó a ser divertido, pero eso no importa ya, lo que importa es que me gusta, aunque aun no encuentre la diferencia si lo que me gusta es que me mientas o mentirte yo a ti. Lo que si se es que ni tú ni yo sabemos de la verdad, y mucho menos de la mentira, si no sabemos ni cuando mentimos y ni cuando decimos la verdad, no sabremos nunca cuando nuestros labios expresan sinceridad.
Y así lentamente nos alimentamos de mentiras que creíamos verdaderas y de verdades que pensamos eran mentiras, entre tus mentiras con sabor a verdad, mis verdades disfrazadas de mentiras, este juego parecía de nunca acabar, pero ahora más que divertido me resulta necesario, necesito de tus verdades tanto como tú necesitas de mis mentiras. Y es que lo que parecía ser un odio profundo entre ambos se convirtió en una necesidad mutua que no terminábamos de saciar, nunca tendría suficiente de ti ni tú de mi, pero aun así queríamos más, y eso nos mantenía vivos, el querer mas y mas el uno del otro, el hecho que no parecíamos cansarnos de este juego, es más cada día me resultaba más divertido decirte la verdad, pues entre tantas mentiras ya las empezabas a confundir. Y así continuamos obsesionados los dos en un mundo de verdadera mentira.