Entonces decidida a resolverlo salió en su encuentro, no sabía que sentir pero estaba segura que no se iría de ahí sin una respuesta. Ya en la puerta de su departamento, envuelta en nervios tocó el timbre.
El abrió la puerta, sorprendido le dijo: ¡Claudia, vaya sorpresa!
Ella, lo miró y le dijo: Hola Matías - y algo dudosa preguntó - ¿Cómo has estado?
El guiado por la confusión le respondió: Bastante bien la verdad. ¿Qué te trae por acá? Ha pasado tanto tiempo.
Después de un momento de silencio le dijo: Solo quería devolverte tu chaqueta, pensé que la necesitarías.
El sorprendido le dijo: Vaya ya me había olvidado de ella. Pero porque no pasas conversamos un rato mientras abro una botella de vino. -Ella lo pensó, sabía que había dos posibilidades, que todo quede en una conversación de amigos o que resurja esa llama, y ese juego de amantes comience de nuevo pero si no entraba nunca lo sabría.- A lo que respondió: Esta bien, una botella de vino no me vendría nada mal.
Mientras él buscaba una botella de vino ella se sentó en el sofá, pensando como terminaría aquel juego que empezó poco más de un año atrás. Después de encontrar el indicado para la ocasión, el le ofreció una copa y se sentó a su lado, el tiempo empezó a transcurrir más lento de lo normal, sus miradas se cruzaban por momentos.
Luego de hablar de todo lo que había pasado en todo ese tiempo que no habían mantenido contacto ella se armó de valor y le preguntó: ¿Por qué Matías?
El algo nervioso respondió: No podíamos continuar así, escondiéndonos de todos, siendo solo amantes, no tenía futuro esa relación, además de servía que nos engañáramos así, si todo lo que pasamos no era amor era solo deseo y pasión.
A lo que ella le dijo: ¿Entonces este juego de amantes acabó?
El la miro por un buen rato y luego le dijo: ¿Nunca quisiste que acabe verdad?
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