noviembre 16, 2009

La banca de los recuerdos I


Alicia se encontraba sentada al pie de la ventana, mirando la lluvia caer, estaba tan fría que hasta la taza de café caliente que llevaba en las manos se enfrió. Sacó el último cigarrillo de la caja, lo prendió y lo consumió lentamente, sabía que no soportaría hasta mañana para comprar otra caja, se habían vuelto su escapatoria cuando aquellas tardes de abril se dedicaban a torturar su mente y llenarla de recuerdos baratos y momentos de ansiedad.

¿Qué podía hacer? Pensaba ella, mientras la lluvia se llevaba consigo cada uno de sus sueños, y su mirada no se alejaba de aquella banca que se veía desde la ventana de su habitación, mientras se le acaba el último cigarrillo del fin de semana y sus ojos pardos no dejaban de mirar la banca de los recuerdos, donde todo empezó aquella tarde de verano después de su paseo por el parque como lo hacia todos los días al entrar el ocaso, al finalizar su caminata se sentaba un rato en aquella banca, según decía ella solo se detenía un momento a pensar, mientras veía como los últimos rayos del sol de ocultaban tras el océano.

Pero en el fondo sabía que no era así, sentarse en esa banca solo era la excusa perfecta para ver el rostro de Daniel en la ventana al tiempo que sus miradas se cruzaban, era lo único que podía tener de él, una mirada tierna en una tarde de abril, porque sabía que ni su familia ni la de el aceptarían tal cosa decían que eran muy jóvenes aun y debían conocer más gente, pero Alicia sabía que era solo una vaga excusa que su padre solía utilizar, para mantenerla alejada de él, eran solo cuestiones económicas que Alicia conocía muy bien y que su padre no quería admitir.

Pero ninguna de esas excusas era impedimento pare Alicia saliera cada tarde y se sentase en aquella banca a contemplarlo lentamente.

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