Era una mañana gris y con un poco de lluvia, Alicia algo dormida todavía se levanta de la cama y se mira al espejo, la mala noche se hacía notar en sus ojeras. Hace más de una semana que no podía conciliar el sueño durante las noches y cuando lo lograba solo terminaba atormentándose más, con esos sueños tan vividos de los cuales le costaba despertar. No podía evitar huir de esa realidad, no tenía el valor y la firmeza para enfrentarla. Había sido la semana más lenta de su vida, los días parecían no terminar jamás, y los minutos solo le hacían recordar esos temores que por más que los evadía sabía que algún día pasarían.
El día trascurrió lentamente, llego la hora del almuerzo, Alicia no probó bocado alguno, solo se sentó a la mesa a esperar el ocaso, y con él su paseo de abril, eran casi las cinco cuando Alicia se paró de la mesa y subió a su habitación, tomo su vestido rojo y se lo puso como de costumbre, los nervios la invadieron como la primera vez, estaba algo confundida, tomo un cigarrillo y lo encendió mientras se acercaba a la ventana, no sabía de dónde venía toda esta confusión, mil y un preguntas vinieron a su mente, mientras trataba de respirar de un aire lleno de dudas, nunca le había pasado esto antes, era peor que la primera vez, un conjunto de emociones en un solo sentir, no lo podía si quiera definir, entre cuestionamientos de rutina, sensaciones de angustia, y una total incertidumbre, termino el cigarrillo y se dispuso a salir.
Todavía algo nerviosa, pero decida, sabía que algo no andaba bien, y tenía que saber que era, ya en la puerta de su casa miro la calle, que estaba mas vacía que de costumbre, cerró la puerta y se dispuso a caminar, sentía todas las miradas en ella, como si todos supieran lo que iba a pasar.
Intentando perderse en sus propios pensamientos siguió su camino de siempre, acelerando cada vez más el paso, llego a su banca de siempre, se sentó y a su lado había un sobre con su nombre, ella lo tomo en sus manos y subió la mirada, el ya no estaba mirándola desde la ventana, fue entonces cuando Alicia supo lo que estaba pasando, no estaba segura de que debía hacer, unas cuantas lagrimas se deslizaron por su cara al tiempo que se paraba y se dirigía a su casa, entro y subió de frente a su habitación, dejo la carta en su cama y se acerco a la ventana, no tenía el valor suficiente como para leerla en ese momento, aun no terminaba de asimilar lo ocurrido.