junio 16, 2010

La fantasma


Terminemos el cuento...

De pronto, un espantoso ruido seco, como la sombra de un grito de luz nos dejó ciegos, conmovió la casa…

El frió se apodero de cada rincón de la casa, atravesaba las paredes llego hasta nuestras almas, fríamente recorrió cada parte de nuestro cuerpo, haciéndonos imaginar mil y un ideas de por que nos pasaba todo esto. El tiempo se detuvo lentamente mientras que la noche oscurecía todo nuestro alrededor. Incapaces de caminar, nuestras almas pesaban más que nuestros propios cuerpos; sentíamos una presencia algo lejana pero muy incisiva en nuestras vidas.

Cuando las manecillas del reloj marcaban las tres de un viernes por la tarde, mientras almorzábamos todo cambio repentinamente, una luz a través de la ventana; iluminó aquel cuadro viejo que pensábamos botar, ya que después de la mudanza no sabíamos donde colocarlo. Las puertas se cerraban, las luces brillaban sin estar prendidas y nosotros parecíamos como marionetas flotando en el aire, un aire denso y la vez tan cruel, de pronto por las escaleras apareció una bella dama vestida de blanco con un traje de novia, al compás de sus pasos una música empezó a sonar, nosotros mirábamos impactados pues no podíamos ni hablar aquella mujer algo nos tendría que contar.

Lentamente regresamos a las sillas cuando una tormenta empezó a estallar, y de las paredes letras empezaron a vibrar una frase escondida nosotros intentábamos descubrir pero dichas letras rápido desvanecían, no sabíamos por donde mirar por todos lados se les veía de repente al centro de la mesa una hoja apareció llena de dibujos de difícil descripción, la mujer a nuestro lado se sentó y las luces dejaron de brillar es ahí donde entendimos que aquel era su hogar.

Un libro muy viejo ella nos mostró con muchas fotos de un pasado que nunca olvido, lleno de tristes recuerdos ella lloro y es ahí donde la casa despertó. Las puertas ventanas y cortinas se abrieron otra vez los grifos no paraban de llover, todos llorando por ella, por aquella dama que nosotros no supimos comprender.

Una carta nos entregó con manchas de tristeza, es ahí donde el frío recorrió otra vez nuestras almas nos impidió caminar, las luces nos hacían sombra y nuestros cuerpos pesados no reaccionaban ante tales destellos. El reloj una vez mas detenido, la hora difícil de decir, era el limbo entre el día la noche. La sangre que corría por nuestras venas se tornaba helada pero el ambiente calentaba mucho mas, es cuando entonces decidimos leer la carta, aquel papel vetusto llevaba un olor inpregnante que se quedo pegado a nuestra piel letra a letra nos sorprendía el contenido de la carta, cada frase nos llenaba de miedo pero sabíamos lo que teníamos que hacer, aquella mujer solo quería ver la luz blanca.

Era ese cuadro lo que ella tanto deseaba que nosotros conservemos junto a aquellos viejos recuerdos que una noche septiembre nos mostró.

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